He crecido en un ambiente en el que el sustento de
la familia giraba en torno a la figura materna y en el que los de casa, no eran solo los hermanos de sangre sino también los primos, los amigos y los hijos de otras mujeres.
La maternidad, en su más amplio sentido, me ha marcado desde mi infancia. Mi madre tuvo 6 hijos, pero supo lo que es perder a dos de ellos. Su primera hija murió a los pocos años, y la quinta poco antes de nacer debido a un ataque de preeclampsia en el que mi madre casi muere.
Mas tarde, en mi primera guardia tuve que asistir a un parto, la experiencia fue tan increíble que supe que yo había nacido para ser madre y para ayudar a los demás a serlo.
Mi hijo Enrique nació en septiembre de 1995, fue un embarazo deseado, planificado y sin complicaciones. A los pocos años intenté volver a quedarme embarazada sin éxito y, con mi experiencia en el campo de la fertilidad pensé que no sería difícil lograr un nuevo embarazo. María, mi hija, vino tras 7 tratamientos de fecundación in vitro con sus respectivos abortos y con 40 años.
Por mi experiencia profesional y personal sé lo que implica retrasar la maternidad y por eso el mejor consejo que le puedo dar a las personas es: PLANIFICA TU FERTILIDAD